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Mujer Latina: Cuida tu gran Corazón

Por Dr. Tomás Owens

Director del Departamento de Medicina Familiar - INTEGRIS Baptist Medical Center

¿Alguna vez se ha preguntado cuál es la causa principal de muerte en la mujer? La primera causa de muerte en la mujer en los Estados Unidos es la enfermedad del corazón. Pensamos de otra manera en parte porque la edad de aumento de riesgo es aproximadamente 40 años en el hombre y 50 años en la mujer. Las tasas de mortalidad por enfermedad del corazón son 6 veces mayores que las de cáncer del seno. La educación pública ha sido orientada mayormente a los hombres. La muerte y la discapacidad por motivos cardiacos han disminuido más en los hombres que en las mujeres, en parte porque las mujeres y los médicos han subestimado los riesgos para las mismas.

En el pasado, los estudios de enfermedad coronaria frecuentemente excluyeron mujeres o estudiaron muy pocas, lo cual ha cambiado significativamente en la última década. Las recomendaciones para evaluación se basaban en modelos masculinos de la enfermedad. Las mujeres actualmente son evaluadas de forma distinta que los hombres cuando presentan dolor precordial.

El dolor precordial o dolor de pecho como se conoce comúnmente, está asociado en las mujeres con una prevalencia menor de enfermedad coronaria comprobada que en los hombres. Es dolor precordial atípico es más prevalente en la mujer. Las señoras entonces tienen una mayor tasa de isquemia vasoespástica e isquemia microvascular que a veces no se aprecia en las pruebas de cateterismo. Es muy importante una evaluación concienzuda del tipo y características del dolor precordial.

El dolor de pecho o angina, es típico cuando presenta las siguientes características: es subesternal (debajo del hueso central del pecho), quemante, pesado o con sensación de apretamiento, precipitado por la emoción o el ejercicio y se mejora rápidamente (minutos) con el descanso o la nitroglicerina. El dolor atípico está localizado en el lado derecho o izquierdo del pecho, localizado en el brazo izquierdo en ausencia de dolor precordial, es punzante o pasajero (segundos), no está relacionado al ejercicio, se mejora con el uso de antiácidos pero no se mejora o cambia con el descanso o la nitroglicerina.

El angor pectoris en la mujer tiene mayor riesgo de no ser diagnosticado, aumentando la posibilidad de morir en el primer infarto.

Sin embargo, el dolor subesternal clásico es menos predictivo en las mujeres que en los hombres y las mujeres presentan síntomas atípicos de un infarto: dolor en los hombros, cuello, náuseas con vómitos, fatiga y disnea.

Cada año ocurren 500,000 infartos del miocardio y el 50% mueren antes de llegar al hospital. Es la causa número uno de muerte tanto en los hombres como en las mujeres mundialmente pudiendo prevenirse con atención a los hábitos de salud.

Los riesgos son iguales que el derrame cerebral y se presenta en los hombres con dolor en el pecho con una duración de 2 a 5 minutos irradiándose al hombro izquierdo, nuca, cuello, mandíbula, brazo, codo o mano izquierda. La sensación es de “muerte inminente” con sudoración, dificultad para respirar y dolor abdominal epigástrico. Otros síntomas en la mujer incluyen: debilidad, nerviosismo con fatiga, falta de energía y molestias digestivas.

La atención requiere llamar al 911, masticar o tomar una aspirina, acudir al hospital de inmediato. Si los síntomas disminuyen consulte a su médico lo antes posible y deje de fumar inmediatamente.

Los factores de riesgo severo son historia de angina anteriormente ya, la postmenopausia, la diabetes mellitus y la enfermedad circulatoria de las piernas. Otros factores incluyen la hipertensión, el tabaco, el colesterol. Cabe destacar que en la mujer el tener bajo el HDL (colesterol bueno) es más perjudicial que un LDL o colesterol malo elevado. Además la obesidad, el sedentarismo y por supuesto la historia familiar son factores de riesgo.

Las mujeres y los hombres están en igual riesgo cuando se trata de la hipertensión o presión alta. No es menos común en la mujer y además de la herencia, la dieta es muy importante en el desarrollo de la misma. La hipertensión es muy común y 50 millones o un 20% de los Norteamericanos sufren de la misma. La incidencia aumenta con la edad y para los 65 años, ya el 50% padece de hipertensión y a los 80 años hasta el 70% de las personas presentan hipertensión.

Los pacientes usualmente no sienten la hipertensión y piensan que no tienen ningún daño si no presentan los síntomas. Además, creen que la hipertensión solamente ocurre en las personas mayores. Lo cierto es que la hipertensión afecta tanto a jóvenes como personas mayores y puede hacer mucho daño aún sin tener síntomas. Existen ciertas creencias que no son verdaderas sobre la hipertensión: que las personas hipertensas se sienten nerviosas o tensas cuando tienen la presión alta, que la sudoración es más profusa, la micción es más fuerte y los músculos están más tensos. Todas estas creencias son falsas. Uno puede tener presión alta sin sudar mucho y sin aparecer tenso.

La hipertensión es muy importante porque se conoce como el “asesino silencioso” el cual daña las arterias y por consiguiente la circulación a muchos órganos como los ojos, riñones, corazón, cerebro, piernas y nervios. Además se combina con otros procesos, incluyendo la obesidad y la diabetes, produciendo más daño. La hipertensión dobla la mortalidad por diabetes y colesterol elevado y es común tanto en los hombres como en las mujeres, pero más común en la mujer mayor.

El derrame cerebral o “stroke” ocurre por la obstrucción de una arteria en el cerebro y también por la ruptura de una arteria produciendo sangrado (hemorragia cerebral) y las consecuencias son nefastas y proporcionales al tamaño de la arteria en muchas ocasiones.

Ocurren 600,000 casos por la enfermedad cerebrovascular anualmente en los Estados Unidos y 160,000 fallecen. Los síntomas incluyen adormecimiento de la cara, parálisis, pérdida de la sensación, dificultad para comunicarse, confusión, pérdida del juicio y la memoria. Si presenta estos síntomas debe llamar al 911 y acudir al hospital de inmediato ya que es vital llegar antes de las próximas 3 horas si es posible.

En la mayoría se producen cambios irreversibles con secuelas permanentes y un millón de personas lo sufren en los Estados Unidos. Las consecuencias incluyen parálisis o debilidad crónica, pérdida del balance, dificultad para hablar (afasia), problemas de enunciación (disartria), pérdida de la agudeza visual, falta de coordinación y pérdida de la memoria y el juicio. Cabe mencionar otras consecuencias a considerar como hemiplejia, hemiparesis (debilidad) de las piernas, brazos o los dedos, y el movimiento de los ojos. Además produce caídas e inhabilidad de estar de pie, hace a los afectados caminar en zig-zag, les produce falta de coordinación y la imposibilidad para comer, caminar o desempeñar acciones complejas.

En resumen, los riesgos a considerar son la hipertensión, historia familiar, diabetes mellitus, colesterol elevado, edad (>65 años, causando más muertes en las mujeres), raza, anemia falciforme y otros desórdenes de la coagulación, obesidad, exceso de alcohol y arritmia cardiaca.

En cuanto a la prevención: más vale prevenir que lamentar, pues la prevención es muy superior a los tratamientos y no es cara; es efectiva ayudando a sentirse mejor en otras facetas y encausando al paciente a vivir una vida más plena y atractiva. La prevención comienza con el control de la presión arterial ya que es la causa fundamental de los derrames y en caso necesario es importante comenzar el tratamiento lo más joven posible. Es vital mantener la presión controlada durante la mayor parte del día. Lo normal es tener una presión sistólica (el primer número) menos de 120 y la diastólica (el segundo número) menos de 80 para 120/80. La presión sistólica de 120 a 139 o la diastólica de 80 a 89 se considera prehipertensión. La presión sistólica de 140 ó más y la diastólica de 90 ó más es considerada hipertensión.

La hipertensión puede ser controlada reduciendo el consumo de sal, bajando de peso, manteniéndose físicamente activo, consumiendo más vegetales y jugos con potasio, más productos lácteos y calcio, más granos y menos grasas saturadas y tomando los medicamentos según fueron indicados. Es importante reducir o eliminar el tabaco que es una causa muy frecuente del derrame cerebral y las enfermedades cardiacas. Reduzca el colesterol, coma una dieta balanceada sin sal, controle la diabetes, limite el azúcar y tome bastante agua.

En conclusión, el infarto y el derrame son las mayores causas de muerte en los Estados Unidos y ambas son prevenibles. Acciones simples y económicas pueden evitarlos y un buen control de la presión, colesterol y buenos hábitos evitarán un 50% de los mismos. Si presenta los síntomas busque atención médica inmediata.